- Escapa del abuso de gerundios. No te pases andando, yendo y viniendo. Se directa.
- Destila o desenreda los adverbios. No te refugies continuamente en las letras cómodamente hechas. ¡Sal de la mente! Una palabra no siempre es contenido.
- Reordena. Lee, sino te gusta, cambia el orden de las palabras. Vuelve a leer, y sigue cambiando las veces que sea necesario.
- Simplifica. Menos en más. Resta obviedades. Lo bonito o importante para ti puede restar fuerza al relato.
- Borra palabras vagas. Suprime: cualquiera, algo, varios, alguno, alguna. Atrévete a ser precisa.
- Abrazo los sentidos. No es lo mismo escribir un mar que, un mar rugoso con estelas verdes y suspiros salados.
- Se paciente. El mayor acto de humildad de un escritor es la paciencia. Escribe y después deja tus ideas descansar. La prisa y el ego no hace bien. Cada texto tiene su ritmo de gestación, aprende a escucharlo.
- Se abierto. Afrontar ideas externas es aterrador, pero también excitante. Pon el aprendizaje al servicio de tu obra.
Estos consejos son para mi y el que quiera tomarlos. Gracias a los maestros que han pasado por mi camino (Profesores, Autores, Editores). Ustedes han contribuido a que hoy abrace estos conocimientos.
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